Filosofando con el Martillo

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El Problema del... ¿Mal?

Encontrabase Pelian Astageirus, el sabio ermitaño, caminando por el desierto cuando dio con un hombre sentado bajo un enorme árbol. El hombre reconoció y llamó a Pelian, quien decidió escucharlo, aunque sin acercarse a él. El hombre bajo el árbol dijo al ermitaño "Oh, tú que eres sabio, imparte algo de tu divina sabiduría sobre este pobre hombre a pesar de que no es digno de ella". "En efecto, digno no eres: te has encontrado rodeado de este desierto, y lo único que haces es refugiarte bajo la sombra de este enorme árbol. Temes salir, atravesar este caluroso desierto" dijo Pelian y añadió "Y de divina mi sabiduría nada tiene. Nada divino queda ya en este mundo. ¿No te ha llegado la noticia? O quizás no quieres oírla...". A lo que el hombre respondió "Hay quienes dicen que Dios ha muerto, pero eso es imposible, ya que sin él no habría bien alguno". "Pero es tu Dios quien permite el mal", acotó el ermitaño. "¿Quiere Dios prevenir el mal, pero es incapaz de hacerlo? Entonces no es omnipotente como tú proclamas. ¿Puede hacerlo pero se rehusa? Entonces no es infinita su bondad como tú dices. ¿Puede y desea hacerlo, pero bien o no conoce solución o desconoce la existencia del mal? Entonces no todo lo conoce como tú sostienes. Y, si puede y desea hacerlo, ¿entonces de donde proviene el mal?. Si es incapaz, desconoce la solución o la existencia del mal, o no desea eliminarlo, ¿por qué llamarle Dios?"

"¿A qué llamas tú 'mal'?", preguntó el hombre bajo el árbol, a lo que Pelian respondió "Por 'mal', entiendo yo toda acción innecesaria (ya que algo necesario no puede ser malo), que causa daño a una víctima inocente con el deseo y la intención de hacerlo."

"Muy bien. ¿Por qué querría Dios prevenir el mal, o debería poder hacerlo?", pregunto una vez más el hombre bajo el árbol. Y una vez más Pelian le dio su respuesta "Tu Dios debería desear prevenir el mal porque tú afirmas que Dios es infinitamente bondadoso, y una criatura infinitamente bondadosa siempre actuará de la mejor manera posible. Y tu Dios debería poder evitar el mal porque insistes en que es omnipotente y omnisciente. Una criatura omnipotente es aquella que posee poder máximo para llevar a cabo cualquier acción dentro de lo que es posible"

"Y en todo eso coincido", replicó el hombre bajo el árbol. "Pero sigo sin entender el problema que planteas". Habiendo dicho esto el hombre, Pelian le explicó "El problema es que es imposible reconciliar la existencia del mal con la existencia de un Dios omnisciente, omnipotente e infinitamente bueno, si es que ese Dios, como tú dices, no está muerto. Si asumimos que esto es así, llegamos a las siguientes conclusiones:

  1. Un Dios omnipotente tiene el poder para evitar la existencia del mal
  2. Un Dios omnisciente conoce todo aquello que puede causar o causa mal y conoce todas las formas de eliminarlo
  3. Un Dios infinitamente bueno querría evitar la existencia del mal
  4. Entonces, tu Dios desea, conoce como, y puede eliminar el mal. Y si tu Dios existiera, no habría entonces mal alguno

Pero nos encontramos con que hay mal, por lo tanto, imposible es que exista un Dios omnisciente, omnipotente, e infinitamente bueno"

"Entiendo lo que propones, pero creo que, a pesar de la robustez que se te atribuye, tu planteo tiene agujeros. Podría Dios permitir el mal con un bien mayor por propósito", objeto el hombre que se sentaba bajo el árbol, pero Pelian rápidamente respondió a esta objeción "Pero si afirmamos que esto es así, anulamos por completo o bien la moral o la infinita bondad de tu Dios. Si tu Dios permite la existencia del mal para un bien mayor, nosotros no deberíamos impedir el mal porque asi impediríamos el bien mayor por el que Dios permite el mal. O incluso, si alguien tuviera éxito en llevar a cabo algo considerado malo, podría decir que Dios no lo detuvo, y como Dios permitió ese mal, debe haber sido para un bien mayor, transformando ese acto... ¿En uno bueno? Por medio de lo que tú planteas, podríamos reconciliar cualquier acción en la que uno tiene éxito con el bien."

"Lo que parece escapar a tu entendimiento es que el mal es consecuencia de un bien: el libre albedrío. El libre albedrío es una propiedad que tiene el poder de causar tanto bien como mal, siendo que incluye la posibilidad de que se le dé un mal uso. Y son aquellos que esto hacen los que causan el mal, no Dios. Sería imposible eliminar el mal y mantener el libre albedrío, que es en sí un bien", respondió orgulloso el hombre que se refugiaba bajo la sombra del gran árbol; sombra a la que Pelian no se acercaba. Desde donde se encontraba respondió este último al hombre "Empiezas asumiendo que tenemos libre albedrío, y luego asumes también que un mundo con maldad y libre albedrío es un bien mayor y, por lo tanto, más valioso que uno sin ellos"

"Ah, pero así es", replico el hombre bajo el árbol. "Un mundo en el que hay libre albedrío le da más valor a virtudes como la caridad, la tolerancia, la lealtad, el perdón, y el sacrificio, ya que todas ellas son elegidas libremente por sobre el mal. Si no hubiera libre albedrío, todas estas virtudes perderían valor". A esto, el ermitaño replicó "Hombre ciego, has pasado tanto tiempo refugiándote bajo la sombra de este árbol que hay cosas que escapan a tu vista. Estas virtudes solo son valiosas por el hecho de que hay mal en el mundo. La caridad y el sacrificio perderían todo su valor si no hubiese nadie que necesitara ni caridad ni sacrificio. Añadido a esto, las acciones consideradas como malas, hechas posibles por el libre albedrío, usualmente disminuyen la libertad de las víctimas de estas acciones. En el caso de un asesinato, este detiene la ejecución del libre albedrío de la víctima. ¿Es la libertad del asesino más valiosa que la de su víctima?"

Respondió al ermitaño el hombre bajo el árbol "No, no lo es, y por eso mismo existe el mal, para juzgar, para un bien mayor. La existencia y la influencia del mal permite que haya justicia. Aquellos que libremente eligen el bien serán compensados por toda la eternidad en el Cielo, mientras que aquellos que libremente eligen el mal serán eternamente castigados en el infierno. La existencia del libre albedrío hace que la libre elección del bien sobre el mal sea valiosa y merecedora de la recompensa en el cielo. Es para esto mismo que Dios debe permanecer oculto, porque si no lo estuviese, no habría posibilidad de libertad alguna estando influenciados por la certeza de la existencia de Dios. La distancia de Dios del hombre hace posible la libertad moral, y la existencia del mal hace que la lucha a favor del bien tenga valor y, por lo tanto, pueda compensarse con recompensas celestiales cualquier posible sufrimiento soportado en la vida terrenal". Pelian respondió nuevamente al hombre "Sigues sin presentar una solución al problema que expuse. Sientas tu base en que debido a la infinita bondad de tu Dios, el sufrimiento de criaturas inocentes será compensado en la vida extraterrenal, pero de todos modos, vemos en animales sufrimiento y crueldad innecesaria, y tú sostienes que ellos no tienen compensación celestial. Y una vez más, pensando en tus recompensas celestiales, te olvidas del mundo en el que vivimos: muchos males no solo no promueven las virtudes, sino que las impiden. Las víctimas del mal suelen generar ira, odio, resentimiento, y depresión. Lo que tú llamas virtudes puede promoverse de una manera constructiva por medio de buenos vínculos y cuidado. ¿¡Por qué elegiría Dios el mal y el sufrimiento como los mejores medios para el crecimiento espiritual!? Y, añado también a esto el hecho de que uno esperaría que el mal cayese sobre aquellos que no han crecido espiritualmente como esas personas que llevan vidas de lujos y placeres decadentes a costa de otros, pero no vemos que esto pase."

El hombre que se sentaba frente a Pelian y bajo el árbol se quedó pensativo por unos momentos para luego hablar nuevamente, diciendo "Presentas una observación válida, pero aun así sostengo que aquel que se ha expuesto a la tentación del mal y la ha superado, eligiendo asi el bien, tiene más valor que aquel creado como inherentemente bueno. De esta forma, el bien elegido libremente tiene detrás todos los males y todas las tentaciones superadas, haciéndolo así un bien mayor. Sobre tu última adición a tu argumento, es exactamente por esto que la justicia es necesaria y que se condena la vida lujosa: los lujos alejan a uno del sufrimiento y asi, alejan también a uno del crecimiento moral y espiritual que estos pueden producir". Pelian le sonrió al hombre con quien discutía, y le dijo "Tus observaciones también son válidas y veo que tus argumentos han mejorado y son más robustos, pero aunque esto resolviera el problema con el que te presento en la teoría, permanece el problema práctico: como antes dije, el mal produce más mal que bien, causando en la mayoría de los casos decadencia espiritual por sobre crecimiento. Un Dios infinitamente bueno elegiría aquello que permite el mayor bien posible, y el mal no lo hace por encima del bien.

En el instante en el que Pelian termino de decir esto, viendo que no había llegado a nada, el hombre refugiado bajo el árbol frunció el ceño y replicó exasperado "Aun así no puedes afirmar que la existencia del mal no tiene un propósito mayor. Nadie puede. Nadie puede comprender por completo los planes de Dios y sus motivaciones. El hecho de que no podamos ver un buen motivo para algo no quiere decir que aquel motivo no exista en absoluto. Un bien mayor continúa siendo una razón válida para permitir el mal, aunque nosotros no entendamos la naturaleza de este bien mayor. Nos es imposible afirmar que hay sufrimiento innecesario siendo que desconocemos los motivos por los que este se encuentra presente". Pelian sacudió la cabeza y dijo suavemente "Y aquí tus argumentos caen nuevamente. La premisa de que el mal existe por una razón que nuestro entendimiento no puede alcanzar es tan plausible como que tu Dios este muerto, o que esté vivo algún Dios, pero que no sea el tuyo, que no tenga omnipotencia, omnisciencia y bondad infinita. Veo ahora claramente lo que intentas hacer: como la existencia del mal y la de tu Dios son irreconciliables y te rehusas a negar la existencia de tu Dios, tratas de mediar entre él y el mal, tratas de justificar al mal como ordenado a un bien mayor. ¿Acaso falla tu memoria? ¿Olvidas también a aquel sabio que dijo que los entes no debían multiplicarse más alla de lo necesario, y que, por lo tanto, la explicación más sencilla suele ser la correcta? La explicación más sencilla en este caso, y, en consecuencia, la que requiere menos entes para reconciliar la existencia del mal con tu Dios, es afirmar que este último no existe."

El rostro del hombre bajo el árbol se iluminó de nuevo, a pesar de estar rodeado de sombras, y exclamó este lleno de orgullo "Ah, pero parece ser que no es solo mi memoria la que falla. Olvidas que si negamos la existencia de Dios el problema que presentas se deshace a sí mismo. La afirmación 'el mal existe' que tu mismo has hecho, implica la existencia de una base ética respecto a la cual uno puede medir valor moral, y decir que esta base ética existe, implica la existencia de Dios". Pelian, impasible, respondió "Mi memoria no me falla, pero sí a tí tu entendimiento. Malinterpretas las consecuencias de tu propia afirmación. El aparente problema que resaltas no se encuentra en la afirmación 'el mal existe', sino en la afirmación 'Dios existe', que es el primer supuesto del problema que presenté. Si Dios existe, existe su base ética, y uno puede afirmar 'el mal existe' porque existe aquello que tú ves como mal. 'El mal existe' solo se transforma en un problema cuando Dios existe, ya que sin el primero, desaparece, reforzando la inexistencia de tu Dios como la solución más simple. ¡Observa tus propios intentos de resolver este problema! Disfrazas al mal de bien. Tu Dios y el mal como tu lo concibes son dos conceptos que se excluyen mutuamente. Si uno existe, el otro no puede existir. Desde fuera del supuesto de que tu Dios existe, mi problema pierde su significado como tal."

Quedose pensativo una vez más, y por vez última, el hombre bajo el árbol, y habló también por vez última, respondiendo "Y que es lo que sucede si afirmo que el mal no existe?". Pelian, intrigado, le pregunto que quería decir por esto, a lo que el hombre explicó "El mal no es nada más que la ausencia de bien, y la ausencia de por sí no existe. Solamente pueden existir diversos grados de bien, que pueden negarse progresivamente hasta llegar al menor bien posible: aquellas cosas cuyo único bien es la existencia de las mismas, siendo que la existencia es un bien. En otras palabras, el mal no existe realmente, existiendo en su lugar aquellas cosas que no poseen bien alguno más alla de su existencia". Pelian se preparó para irse y respondió "Si esto haces, no logras nada más que un mero cambio de nombre. Simplemente, debes reemplazar 'el mal' por 'aquello cuyo único bien es la existencia', y el problema sigue presente". El hombre que se resguardaba bajo la sombra del enorme árbol enmudeció y su rostro se tornó pálido y aterrado. Nada más dijo Pelian Astageirus en esta conversación, y continuo su camino a través del desierto.